Tempelhof, si no estuviste aquí no estuviste en Berlín

En la última década, Berlín ha visto crecer exponencialmente el número de visitantes que recibe al año al igual que el número de extranjeros que allí se establecen por largos periodos de tiempo. Tanto artistas en búsqueda de inspiración como asiduos fanáticos de la vida nocturna, sin olvidar a quienes corren tras las huellas de la historia tocan a sus puertas diariamente. Y es que resulta difícil resistirse al encanto de la capital alemana que muchos han catalogado como “hedonista por excelencia”.

Una ciudad abierta y tolerante en la que el arte es protagonista y donde el frenético ritmo de las urbes modernas no tiene cabida. Un lugar donde canales, parques y espacios culturales cobran realmente su valor al convertirse en el alma viva del espíritu berlinés. Este espíritu se ve plenamente reflejado en la esplanada urbana conocida como Tempelhof, que se yergue en medio de la ciudad como orgulloso representante y estandarte simbólico de los valores que la sociedad berlinesa ha construido para sí misma.

Hasta el 2008, el hoy parque fue un aeropuerto activo. De hecho, Tempelhof fue uno de los primeros aeropuertos en servicio de toda Europa y fue crucial para Alemania a lo largo del siglo XX, primero como centro de operaciones durante la Segunda Guerra Mundial y luego como puerta de entrada y salida hacia el bloque occidental a lo largo de la Guerra Fría. Ubicado entre los distritos de Schöneberg, Kreuzberg y Neukölln, este espacio transformado se ha convertido en uno de los lugares de esparcimiento favoritos de locales y visitantes quienes ya lo reconocen como un punto icónico de la ciudad de la talla del famoso Muro o la Torre de Alexanderplatz (Fernsehturm). Aquí hay espacio para todos y para todo.

Así como el enorme hangar del aeropuerto sigue en pie utilizado como centro de eventos, la que por años sirvió como pista de aterrizaje es hoy el escenario ideal para practicar deportes al aire libre. Ciclistas, patinadores y amantes del Kite Skate de todas las edades disfrutan de los aproximadamente dos kilometros de pistas que recorren el parque de un extremo a otro. Durante los meses cálidos, el espacio especialmente dedicado para los BBQacoge diariamente a familias y grupos de amigos que aprovechan para departir alrededor de las clásicas salchichas asadas y de un siempre tentador Halloumi, queso asado turco muy popular en Alemania. Cerveza y música por supuesto que no falten al igual que una plácida lectura o un baño de sol sobre el césped. Teatro, yoga, tai-chi, poesía, fiestas infantiles, ferias de todo tipo y hasta juegos de rol: usted escoja, Tempelhof con gusto lo acogerá.

Pero no todo es diversión, allí también se encuentran valiosas iniciativas de trabajo y esfuerzo para crear modelos alternativos a los marcados por las sociedades en las que prima el individualismo. Prueba de esto son los huertos comunitarios que abundan en el parque y que se han convertido en un importante centro de acción colectiva dentro del espacio urbano. Cuidados y trabajados por cientos de vecinos, estos huertos son fuente de orgullo e inspiración para todos aquellos que creen en la propiedad colectiva y en un manejo responsable de la producción agrícola.

Este aeropuerto ha sabido reinventarse de manera positiva y brindarle un espacio sin igual a la ciudad y la ciudadanía. Ha revitalizado la zona en la que se encuentra -que solía ser evitada por los berlineses dada su cercanía con el aeropuerto y por tanto algo marginada- convirtiéndola en una zona dinámica, atractiva y en creciente valorización. Pero sin duda, lo más importante es el valor simbólico de este espacio urbano y la intención que tras su transformación se vislumbra. Un lugar que fue testigo de tristeza y sufrimiento puede volver a la vida con el claro mensaje de que los errores más grandes no deben ocultarse ni sepultarse en el olvido sino que deben servir como base para crear nuevas realidades incluyentes y positivas que fortalezcan el futuro. Este es precisamente el espíritu de Berlín, una ciudad que busca construir a partir de su historia y no a pesar de la misma.

Músicos viendo caer la tarde en Tempelhof.
Vista de Tempelhof en invierno