La gastronomía Tailandesa se precia de tener una reputación bastante favorable a nivel internacional y de contar con fieles adeptos que vuelven una y otra vez a ella en busca de sus sabores excepcionales. Sin embargo, nada iguala la experiencia que representa el universo gastronómico tailandés en su lugar de origen. En Tailandia, la gastronomía y todas las prácticas que alrededor de ella giran van mucho más allá de la mera alimentación. Es una de sus instituciones culturales más fuertes y una de las grandes fuerzas cohesionadoras de su sociedad.
Probablemente, una de las primeras impresiones para quien llega a este país es que hay comida de todo tipo, en todas partes y a todas horas. Las calles y callejuelas son cocinas ambulantes siempre en marcha rebosantes de olores y texturas. El despliegue de frutas tropicales y verduras frescas en puestecitos móviles y mercados tanto callejeros como rurales es un espectáculo. ¡Y ni hablar de las bebidas! Estas últimas podrían llenar, ellas solas, innumerables anales de la sofisticación.
Aunque parezca de una simplicidad sorprendente, la cocina tailandesa envuelve una complejidad única. Sus métodos de preparación distan de ser excesivamente elaborados, mas el verdadero secreto radica en la perfecta selección y combinación de ingredientes, en las debidas medidas y proporciones, en los detalles y en el savoir faire que sólo dan siglos de tradición.
Un Tom Yung Goong es mucho más que una sopa, es el principio de un torrido amor para toda la vida. Un buen Khao Pad redefine la idea de arroz frito y una ensalada nunca será lo mismo después de degustar un Som Tam. El manejo de las especias es un verdadero arte y la frescura de los ingredientes locales es la puerta de entrada a un paraíso aromático del que cuesta trabajo desprenderse.
La experiencia culinaria en Tailandia narra, además, la historia de la emergente nación del sudeste asiático. La influencia de otras culturas y los años de permanente contacto con otros pueblos se pueden vislumbrar a través de la comida.
Por ejemplo, los legados de los grandes viajeros árabes y persas se pueden ver hoy reflejados en platos como el curry Massamam, fusión que privilegia cardamomo y comino. Los chinos por su parte, son los responsables de la introducción de la técnica del salteado en wok sin la cual el mundo probablemente no conocería el hoy clásico Pad Thai. Y es es en la transformación del consumo del tradicional té rojo donde se puede ver la huella de la creciente globalización y de la influencia norteamericana. La bebida milenaria se sirve hoy masivamente en versión helada, “to go” y personalizable gracias a infinidad de productos que van desde bebidas energizantes y perlas de tapioca hasta leche condensada y gelatina.
Este es un gran lugar para descubrir y experimentar, para llevar al límite la curiosidad gastronómica. Aquí, tal como a Descartes, los sentidos pueden engañarnos y hacernos juzgar lo local según nuestros propios referentes culturales. Pero si los liberamos y se los permitimos, estos mismos sentidos nos llevarán poco a poco a descubrir matices que antes pasarían desapercibidos, a apreciar y diferenciar cada ingrediente y cada técnica. En pocas palabras, a establecer una conexión no solamente con la comida sino lo que es más importante, con la cultura como tal.