Un destino que no necesita presentación por lo que su simple nombre evoca. Marruecos es crisol de culturas y un destino como pocos para captar imágenes llenas de fuerza y ancestral encanto místico. En esta entrega, nos dedicaremos a las imágenes del exterior que aunque toscas no dejan de ser magnéticas. Esperen pronto su contraposición de interiores, tan lujosos y sublimes como empalagosamente irrepetibles.
Basics
Capital: Rabat
Población: 35 330 305
Idiomas oficiales: Arabe y lenguas bereberes (verisones del amazigh)
Idiomas administrativos: Arabe y francés
Conocido por: You name it. El imaginario de occidente con respecto a Marruecos es infinito. Desierto, mezquitas, medinas, bazares, caravanas…
Lo amamos por: Corresponder a ese imaginario y sobrepasar además cada posible expectativa. Paisajes de no creer, interiores para alucinar, cultura y arte para repartir.

Laberinto para los visitantes, mapa indeleble perfectamente dominado por los locales. Una visita que no deja espera en Marruecos.

La Madrasa (escuela religiosa o secular en árabe) El Bou Inania en Fez. Una de las mejor conservadas del país y un ejemplo indiscutible del esplendor de la arquitectura islámica. Fundada en 1356, para que vayan viendo el nivel de historia aquí plasmado

Una carretera que ha sido catalogada como una de las mas “ escénicas” del mundo en la que se pasa de picos nevados a paisajes jurásicos, siempre mejor vista al lado del chófer de un bus local.

Perdiéndose entre carreteras rurales sin importar el destino final. A donde sea, si se ve y se siente como esos parajes, está todo bien.

Y en la cabeza resuena “los caminos de la vidaaaa, no son como yo pensaba…”. Sabiduría popular de dos pedazos de mundo encontrándose en un mismo momento.

El valle de río Draa, donde el tiempo parece detenido y donde la vida transcurre al ritmo que el agua decida.



Y el recogimiento absoluto que produce el desierto en el alma humana. No se entiende hasta que se vive.


Sí, Oualidia. Un pueblo sobre la costa del Atlántico completamente fuera del radar turístico. Una especie de ”veraneadero” de los habitantes de Casablanca.

Así es el azul Chefchaouen. Ul pueblo que, a pesar de ser uno de los más gentrificados de Marruecos sigue siendo una parada que sorprende y encanta.

País de minaretes y de devoción espiritual. Bellos cantos de allí se desprenden, la llamada a la oración o adan obra como mantras sobe quien los oye con el espíritu abierto y sin prejuicios.

Taxi, anyone?
En un paradero público esperan a sus clientes los conductores de Al-Hoceima otra ciudad ajena al turismo sobre la costa mediterránea.
Postcards by: María José Marroquín

https://www.instagram.com/mightyjosephine/
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