La Palma & El Tucán: sueño de café

A unos 90 minutos de Bogotá, en el municipio de Zipacón, se encuentra este lugar que más que un hotel perfecto para retirarse y descansar es un proyecto excepcional creado alrededor de uno de nuestros grandes orgullos: el café.

Situadas en medio de una finca productora cafetera, las nueve cabañas de impecable gusto tienen una mística propia. Están diseñadas para sentirse en profunda conexión con la naturaleza y dejarse sorprender por los sonidos de las aves y del río cercano. Los olores del campo llenan todo, apaciblemente, a la vez que se contempla la vida sencilla desde una hamaca con un buen libro o mientras se disfruta de un atardecer en el jacuzzi.

Aquí no sólo se despierta degustando el mejor café de Colombia mirando hacia el nevado del Tolima a través del verde intenso de los cafetales. El verdadero plan es entender el proceso que permitió ese momento de satisfacción. Es darse la oportunidad de ver de cerca la producción del grano que lleva el mismo nombre: La Palma & el Tucán.

Sus guías expertos brindan recorridos completos que muestran todas las etapas, desde la siembra hasta su cosecha, de las diferentes variedades de esta marca que se han posicionado en el mercado internacional como las de mayor calidad con sello colombiano.

Es un gusto observarlo, sentirlo, olerlo desde su fruto hasta la taza pues otra actividad consiste en realizar catas y aprender a diferenciar sus variados gustos, aromas y cuerpos.

Además, es la oportunidad para recibir una clase de baristas profesionales y aprender a preparar la tradicional bebida de la manera correcta, sacándole el máximo provecho según el tipo de molienda o prensa que se use.

Los amantes de la cocina saludable encontrarán a su vez un templo de peregrinaje gourmet.

La carta varía según el día y la estacionalidad de la huerta, así como de otros ingredientes de producción local. Cada bocado está pensado con una base vegana, nutritiva, deliciosa a la que se le puede adicionar proteína animal si así se quiere. Aquí, los bowls son exponentes de la frescura de la tierra, del producto orgánico y de una combinación de sabores memorables.

Todo esto suena maravilloso, pero probablemente lo más impactante de este paraíso es su historia como proyecto sostenible que le apostó al café de altísima calidad con la meta de ser sostenibles y agente de desarrollo con consciencia en la región.

Da gusto estar en un lugar que, además de resaltar un proyecto de hotelería magnifico y original, pone en evidencia que es posible la circularidad entre producción y consumo con un impacto muy positivo en la comunidad local.

Artículo por María José Marroquín, publicado originalmente en la edición 212 de la Revista Fucsia (Julio 2019)